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Reflexiones del libro “Cuando los Niños Sufren”

Reflexiones del libro

“Cuando los Niños Sufren” de John James, Russell Friedman y Leslie Landon Matthews,

Grief Recovery Institute

Recopiladas por: Luz María Tavera Z

“Las muertes, los divorcios y otras pérdidas dejan a los niños con emociones pendientes sobre cosas que sucedieron o dejaron de suceder en sus relaciones con esas personas, animales, lugares u objetos. Estas emociones no resueltas son los componentes de la pena no resuelta”

“No podemos protegernos, ni proteger a nuestros hijos de pérdidas futuras. Pero creando el entorno seguro en el que comunicar los sentimientos normales y dolorosos sobre las pérdidas, estamos dando a nuestros hijos un sólido fundamento para que manejen los acontecimientos dolorosos que tendrán lugar a lo largo de sus vidas”

Igual que usted observaba a sus padres cuando era joven, ¡sus hijos le están observando ahora! Cualquier intento de evitar las emociones tristes, dolorosas o negativas, puede tener consecuencias desastrosas.

Por qué está bien sentirnos bien cuando nos pasa algo bueno, y no está bien sentirnos tristes cuando nos pasa algo triste?

Los niños tienen que sentirse mal cuando sus corazones se rompen. No trate de arreglarlos con una sustitución.

Hay que escuchar y reconocer las emociones antes de abordar los hechos de la historia
Cuando empecemos a recuperarnos, una amplia gama de emociones estarán a nuestra disposición cuando recordemos a alguien que no está con nosotros

Sus palabras y sus actos pueden tener un potente impacto sobre sus hijos; es esencial que no se sientan juzgados para hacer bien este tránsito (de la comunicación infantil del bebé a la comunicación verbal del niño)

Tras vivir una pérdida importante de cualquier tipo, los niños suelen generar unas emociones tremendas. Sus cuerpos tratarán naturalmente de desviar el exceso de energía, que puede evidenciarse de muchas formas. Muchos de ustedes estarán familiarizados con la “hiperactividad”, que a veces representa el exceso de energía causado por una pérdida.

Según la edad y otras circunstancias, la gran mayoría de los jóvenes empiezan a engancharse con drogas y el alcohol poco después de una pérdida emocional importante (como forma para buscar alivio de la presión que genera el exceso de energía emocional ocasionado por la pérdida)
Con frecuencia, el mejor modo de descubrir lo que le pasa a su hijo es empezar usted a hablar primero…es una buena idea que incluya alguna palabra o frase emocional en lo que usted dice.

Si emplea términos emocionales, está indicando a su hijo que puede decir lo que siente sin miedo.
Hasta cierta edad, la mayor parte de los niños responden perfectamente a las experiencias de pérdida…la edad en la que empiezan a abandonar esta capacidad natural varía para cada niño, y puede estar entre los tres y los siete años.

La muerte de un animal, especialmente cuando es la primera muerte de alguien próximo al niño, introduce la dolorosa realidad de que algo puede marcharse para no volver.

Cuando alguien muere, las emociones asociadas a los acontecimientos positivos y negativos dentro de la relación pueden dar origen a dificultades para todos nosotros, y especialmente para los niños.
La libertad es el resultado de la resolución, de la compleción, de la plenitud. La libertad es la nueva capacidad de elección disponible para los niños cuando han descubierto las emociones pendientes y las han comunicado.

Los niños necesitan ser animados y ayudados para que descubran y comuniquen lo que está emocionalmente incompleto para ellos… Pero la acción más importante es que tengan la oportunidad de decir esas cosas emocionalmente importantes en voz alta, y que sean escuchados por corazones y oídos seguros y capaces de aceptarlo todo.

Los niños suelen tener conflictos con los cambios, pues los cambios dan miedo. Una mudanza representa automáticamente cambios en todo lo que es conocido y seguro para el niño.
Los niños atrapados en un divorcio están experimentando múltiples pérdidas…pérdidas de expectativas de que la familia seguirá unida, pérdida de confianza, pérdida de familiaridad y de las rutinas, pérdida de seguridad, pérdida de la infancia, pérdida de residencia y/o cambio a doble residencia. Cualquiera de estas pérdidas es suficiente por sí sola para destrozar el corazón de un niño.

El mayor problema con las emociones tristes, dolorosas o negativas es que todo el mundo trata de arreglarlas. Especialmente los padres…Sentirse mal simplemente es. Así como sentirse bien es. Los sentimientos son sentimientos. Tenemos que dejar de arreglarlos.

Creemos que es prácticamente imposible divorciarse bien, esto es hacerlo de una manera que no afecte a los hijos…Los niños siguen siendo afectados. Sea cual sea la razón del divorcio, sus corazones siguen estando rotos.

Es más correcto decir que la respuesta de cada niño ante el divorcio, y la ayuda que le suministremos durante el mismo, serán la clave para el futuro del niño.

En lo que se refiere a la muerte, a la enfermedad, al divorcio y a otras muchas pérdidas, el problema por lo general tiene menos que ver con lo que está sucediendo que con la incapacidad de los padres para abordar esos temas.

El peligro que supone no dar a sus hijos una explicación firme y clara de las reacciones ante la muerte y otras pérdidas es que deja su educación al capricho y a las inexactitudes de otros.
Muestre, diga y enseñe a sus hijos que la verdad no hace daño…cualquier otra cosa corre el riesgo de producir consecuencias negativas de por vida.

Los niños, cuanto más pequeños, se lo toman todo al pie de la letra…Los eufemismos y las metáforas, en concreto, les resultan desconcertantes. Y cuando se trata de la muerte y de otras pérdidas, pueden tener efectos profundamente negativos sobre ellos.

Usted tiene que decidir qué es lo que quiere transmitir a su hijo. Cualquiera que sea su decisión, sea muy claro cuando les hable de la muerte.

La realidad fáctica de la muerte es algo intelectual. Los sentimientos asociados a la pérdida son emocionales. Las creencias sobre lo que sucede tras esa vida física, son espirituales.

Creemos que los tres son importantes.

El mayor regalo que los padres pueden dar a sus hijos es la capacidad de sanar sus corazones cuando se han roto, como sucederá tantas veces durante su vida.

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